martes, 12 de abril de 2016

Visita a prisioneros políticos y sus sequidores en Guerrero, México

Tomado de: Partido de Libertad Socialista  / Bob Price / abril de 2016

El autor Bob Price, sexto de izquierda a derecha, con miembros y simpatizantes del Partido Obrero Socialista (POS) en San Agustín Etla, Oaxaca, alrededor de 10 millas al norte de la ciudad de Oaxaca.

“Es un enorme apoyo tener la solidaridad de otros países”, me comentó Arturo Campos mientras nos encontrábamos dentro de la cárcel donde está detenido ilegalmente en Ayutla de los Libres, Guerrero, México. El co-prisionero Ángel García añadió: “Enviamos un saludo a nuestros seguidores internacionales.”
En representación de la Campaña por la Libertad de Nestora de los Estados Unidos y del Partido de Libertad Socialista (Freedom Socialist Party, o FSP), viajé a México para apoyar a estos y a otros activistas de la comunidad encarcelados injustamente por el gobierno mexicano. La presión desde el exterior es clave para detener la represión estatal y para que sean liberados cientos de presos políticos.
Las cárceles mexicanas son sombrías y tienen tan pocos fondos que las familias deben ayudar a proporcionar el sustento. Nos sentamos con Arturo y su esposa, Agustina, durante un almuerzo de sopa casera que llevó para las horas de visita del domingo.
Siete hombres de la policía de la comunidad están tras las rejas en Ayutla, los cuales tienen desde alrededor de 20 hasta alrededor de 45 años. Todos fueron detenidos en una redada del ejército mexicano el 21 de agosto de 2013, el mismo día que Nestora Salgado fue capturada en represalia por su liderazgo en la policía comunitaria de Olinalá.
Al igual que Salgado, los hombres eran miembros de las fuerzas de policía de la comunidad indígena, unidas a través de una red estatal, la CRAC (Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias). Dichas fuerzas están autorizadas por la ley 701 del estado de Guerrero.
Compañeros tras las rejas. Durante nuestra visita a la cárcel de Ayutla, asistimos a una reunión de los presos políticos y muchos de sus cónyuges. En nombre de la Campaña por la Libertad de Nestora, expresé nuestra solidaridad con estos hombres y con todas las víctimas de la represión en México. Les dije lo impresionados que estamos sus partidarios estadounidenses por sus esfuerzos de defensa propia.
Dos días más tarde, acompañado por el miembro del POS Ismael Ortega, me encontré con miembros de la policía de la comunidad Gonzalo Molina y Samuel Ramírez en la cárcel de Chilpancingo, también en Guerrero. Gonzalo había trabajado para atraer a más comunidades indígenas a la CRAC. Fue detenido a finales de 2013, pocos meses después de dirigir una manifestación en Tixtla de Guerrero, sede de la Escuela Normal de Ayotzinapa. La protesta denunció la connivencia del alcalde con los carteles de la droga y pidió la liberación de Nestora Salgado y de los miembros de la CRAC que están detenidos.
Basándose en el trabajo anterior. Mis visitas a las prisiones fueron una continuación de los esfuerzos realizados durante los últimos dos años y medio por el Comité por la Reagrupación Internacional Revolucionaria (CRIR), fundado por el FSP, el POS y otros grupos socialistas de América Latina. Unos meses después de la detención de Nestora Salgado, el FSP y el POS ayudaron a poner en marcha las comisiones en ambos lados de la frontera para liberar a la comandanta y a otros presos políticos de México.
Los afiliados y aliados de la CRIC en la República Dominicana, Costa Rica, Argentina, Australia y Brasil se han manifestado frente a consulados y embajadas mexicanos para dar a conocer este asunto. Las protestas también han exigido la liberación de las fuerzas de autodefensa paramilitares encarceladas (autodefensas) del estado de Michoacán, dirigidas por el Dr. José Mireles.
En junio pasado, una delegación de la Campaña para la Liberación de Nestora de los Estados Unidos fue a la Ciudad de México para atraer la atención internacional a la situación de Salgado y la CRAC. La delegación habló en una conferencia de prensa con las familias de los presos, comunicó la difícil situación de los prisioneros en una manifestación masiva de profesores, y exigió que la embajada de los EE.UU. haga un llamado por la liberación de Nestora, ciudadana naturalizada de los EE.UU.
Por desgracia, mis intentos de visitar a Nestora fueron bloqueados por el obstruccionismo burocrático de las autoridades penitenciarias.
Deniegan el juicio justo, pero el movimiento crece. En el momento de mi viaje, los miembros de la CRAC presos habían estado encarcelados durante dos años y medio en un limbo legal. Sus acusadores no se presentan a las audiencias que se posponen en repetidas ocasiones. Los fiscales emplean tácticas dilatorias porque no tienen las pruebas o testigos necesarios para que los cargos procedan. Se ignoran las leyes que autorizan el autocontrol a las comunidades indígenas. Reveses similares agobian al Dr. Mireles y a las autodefensas. Está claro que los gobiernos estatales y federales están decididos a destruir a cualquier líder que defienda a su comunidad.
Liberar a Nestora, a los miembros de la CRAC y a los presos políticos requerirá de la continua e intensa presión internacional. Una demanda importante es hacer un llamado al gobierno de EE.UU. para que suspenda la Iniciativa Mérida, un programa que arma y enseña a la policía y a los militares mexicanos tácticas utilizadas para encerrar y matar a activistas de la comunidad.
Al vincular la lucha en los Estados Unidos con la lucha de los activistas en México y en otros países, podemos construir un movimiento para acabar con toda la represión. Viajes como el mío y alianzas como la CRIR son pasos firmes en esa dirección.
Manda tus opiniones al autor en RPChemist@aol.com.

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