jueves, 11 de enero de 2018

EJECUCIÓN IMPUNE. AÚN.


Por: Julio Morales Quiñones.
(07-01-2018).

01:30 de la mañana del 22 de agosto de 1998; un militar asesinó en Baborigame al joven campesino de 20 años, Mirey Trueba Arciniega. Confirmó la violencia de oficiales y soldados del ejército mexicano contra Indígenas Tepehuanes y campesinos pobres. El crimen ocurrió en la avenida principal del pueblo; no en un retén como dijo la subprocuraduría de justicia zona sur. Varios testigos, incluso la Policía Judicial revelaron que el teniente coronel de infantería Luis Raúl Morales Rodríguez, desde horas antes de disparar contra su víctima, ingería alcohol. Llegó al lugar 6 días antes, junto con 400 elementos del Ejército; intentando combatir la delincuencia y violencia sin prever consecuencias. El viernes 14 de agosto, El Presidente Zedillo visitó Guadalupe y Calvo; los problemas de los pobladores en Baborigame y rancherías, se agudizarían, como siempre sucede.


El jueves 20 de agosto un coronel de apellido Mendoza citó al presidente seccional. “Redoblaremos el combate al narco. Necesito nombres de los que tienen plantíos aquí”. “No me toca; Ustedes tienen mapas; han sobrevolado la sierra y saben dónde están los plantíos. El viernes 21 por la tarde, Mirey y Elías volvieron del rancho. Ya aseados, bebían tesgüino; se les unió Jorge de 50 años. Ya tarde hicieron lo programado, dar la vuelta por el centro. La judicial asegura que, tomaron 2 botellas; Vidal lo admite; estábamos conscientes; oíamos música del tocacintas. Mirey no se embriagó. Jorge, al volante advirtió por el espejo retrovisor a la unidad militar que se acercaba.

El vehículo hummer verde olivo, alcanzó a la camioneta Ford pick-up roja modelo 95, placas DF-42479 del Estado. En cabina iban Jorge Jiménez García, propietario y conductor de la unidad y los hermanos, Vidal y Mirey Trueba Arciniega -consignó el subagente del mp- ¡Párense cabrones! Jorge obedeció de inmediato. ¿Qué quieren? -Balbució nervioso Mirey; sepa- contestó Jorge. La unidad militar quedó al otro lado de la avenida, estacionada a 5 metros de la pick-up. ¡Bájense hijos de la chingada! Ordenó Morales Rodríguez; ¡así los quería agarrar narquillos! Jorge descendió del vehículo. Seis soldados, el capitán Raúl Gómez Ruiz y el teniente coronel, en short oscuro y playera amarilla, los aguardaban de pie, con metralletas, apuntándoles. -¿Cuáles narcos?- tartamudeó Jorge. -¡Cállese, hijo de la chingada!- repitió Morales Rodríguez. -Nos van a chingar- murmuró Mirey aún en la cabina. La botella de tesgüino semivacía estaba en el piso de la camioneta, a sus pies; -no vayas a correr, le pidió Vidal-

Mirey abrió la portezuela del copiloto y bajó. Rodeó la parte trasera de la pick-up y a grandes zancadas cruzó la avenida frente a los militares. Llegó al puente de madera del taller mecánico. Así te quería agarrar, narquillo hijo de la chingada, gritó el teniente coronel levantando su arma; cortó cartucho de la minimetralleta, MP-5 y la bala calibre 9 milímetros que estaba en la recámara, salió sin percutir. Varios pobladores escucharon la ráfaga, incluso la esposa del presidente seccional Manuel Rubio; ¡Ya duérmete -le respondió este- estás soñando! Mirey recibió el balazo en el glúteo izquierdo; perforó la femoral al entrar por la antepierna. Pedía ayuda, pero 4 soldados los inmovilizaron; los otros 2 fueron tras Mirey y aún lo golpearon; “era lo que querían, narcos hijos de la ch”. Informaron al capitán; ordenó pedir ayuda médica y refuerzos. Se les permitió ir por el doctor a la clínica; atendía 2 partos. Al lugar llegó una ambulancia militar; el teniente prometió trasladarlo. El Médico inútilmente espero su llegada ¡tratan de desaparecer al herido! -dijo en voz alta- lo denunciaremos penalmente si eso ocurre. 3:10 hs después, la ambulancia llegó. El médico levantó la lona; Mirey estaba descalzo. Con llaves del auto talló las plantas de los pies; no hubo reacción; Mirey se desangró, sin atención. Casi 20 años después:


La CIDH admitió la 2ª petición 515-01 del 24 de julio de 2008 que le hicieron Cosyddhac y Cejil. Considera responsable al Estado mexicano por violar los derechos: 4, a la vida; 8 a las Garantías Judiciales y 25 la protección judicial de la víctima; insuficiente e ineficaz la suma de dinero entregada en 2001 por mediación de la CEDH al Padre de la víctima, para cubrir el daño integral, material y moral.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario